La Pedagogía del Amor Universidad del Tolima
martes, 19 de junio de 2012
Padres e hijos frente al bullying
Si hacemos memoria y echamos la vista atrás, seguramente todos podamos recordar algún niño con el que se “metían” en el colegio de forma reiterada: Quizás le insultaban, se burlaban de él o le dejaban fuera de las actividades, y posiblemente esto “corría a cuenta” de alguno de los niños o niñas más populares de la clase. ¿Cómo nos sentíamos nosotros ante estas actuaciones? ¿Sufrimos nosotros mismos éste tipo de cosas? ¿Llegó a considerarse como un verdadero problema, donde algún profesor o el Centro tomaron medidas, o simplemente se “asumió” como parte de la dinámica general de la clase, sin que los adultos intervinieran?
Hoy en día, recordar estos días de colegio puede ayudar a que los padres aborden el tema del bullying o acoso escolar con sus hijos. Recordar éstos sentimientos puede ayudarles a comprender mejor a sus hijos y las cosas que les pasan en la escuela. También desde ahí les resultará más fácil ayudarles a que puedan empatizar con la víctima, darles recursos para que puedan hablar con un profesor o adulto de confianza en el centro escolar, o incluso detectar si sus propios hijos son quienes están siendo víctimas de acoso. Pero, ¿cuáles son los indicadores que pueden ayudar a que los padres detecten que el problema requiere intervención?
Los niños se pelean, se enfadan y discuten. Sin embargo, cuando existe de forma sistemática y reiterada en el tiempo una violencia y abuso de un niño (o adolescente) o de un grupo de ellos hacia otra u otras personas, en concreto en el ámbito educativo, podemos hablar de bullying o acoso escolar. La víctima, que termina en situación de inferioridad, se siente indefensa y sin capacidad para defenderse o actuar en modo alguno. Se sentirá atemorizada ante la idea de acudir a la escuela y posiblemente aparezcan un bajo estado de ánimo, notas más bajas, dificultades para concentrarse o dormir,…
El niño que acosa suele ser un líder, popular en la clase y que puede contar con el “apoyo” de otros compañeros. Las conductas de abuso tienen lugar en las horas de patio, en los cambios de clase, a la salida del Centro… es decir, en aquellos momentos donde hay menos control por parte de profesores o adultos que puedan poner límites. Cada vez más, también, a través de las redes sociales, como Tuenti o Facebook, que son cada vez la forma de comunicación por excelencia entre las nuevas generaciones. Estamos ante un niño con una marcada incapacidad para empatizar, no pudiéndose poner en el lugar de la persona a quien le está infringiendo un daño. Respecto a las conductas de abuso, pueden ser de varios tipos: manipulación (presentando una imagen negativa y distorsionada de la víctima ante el resto de la clase), amenazas, coacciones (cuando el acosador pretende que la víctima realice acciones contra su voluntad, ejerciendo un sometimiento), exclusión social, marginación, intimidación (induciendo miedo al niño), agresiones, faltas de respeto, ataques a la dignidad (burlas, ridiculizaciones, motes, humillaciones),…
La víctima terminará siéndolo, posiblemente, sólo por tener algún rasgo diferente (raza, religión, forma de vestir, de hablar, altura,…). Al verse sometido a este tipo de situaciones de forma reiterada, posiblemente terminará sintiéndose sin saber qué hacer o a quién acudir, bloqueado y pensando que no haya salida. Es posible que llegue a sentir que merece lo que le está pasando (los niños agresores escogen como víctimas a niños inseguros y/o con baja autoestima) o tenga miedo a posibles represalias, a que no le crean o vergüenza, lo que quizás haga que pase mucho tiempo antes de que el niño o la niña víctimas puedan hablar con un adulto, bien sea con un profesor o sus propios padres. Su desarrollo, tanto en lo emocional como en lo escolar, se verá seriamente dificultado o incluso imposibilitado.
Por eso es fundamental que, si los padres están preocupados porque piensen que a su hijo o a alguno de sus amigos les puede estar pasando esto, puedan hablar desde la confianza y la comprensión, intentando entender la situación y tomando después las medidas oportunas. Que el niño haya podido hablarlo con sus padres es tremendamente valioso y hay que reconocérselo como algo muy positivo. Ahora lo siguiente es que se pueda hablar en la escuela: sería importante que el niño pudiera contarle cómo se siente a algún adulto de confianza en colegio.
Respecto a los padres, es importante que, a pesar de la angustia y ansiedad que puedan sentir al ser conocedores de algo así, puedan ir a hablar con el Centro (con el tutor o Jefe de Estudios, alguien que pueda conocer bien el ambiente en la clase) con la mayor calma que les sea posible. Desde ahí, se debe garantizar la seguridad del menor (mediante medidas de protección hacia la víctima y de sanción hacia el agresor). Los padres pueden pedir que se les informe de las medidas que se van a tomar, quedando ellos “al margen” de estas medidas para evitar enfrentamientos directos (con el niño agresor o su familia). También es recomendable que soliciten reuniones periódicas. Es importante que los padres puedan confiar en las acciones que va a realizar el centro, para poderles transmitir esta tranquilidad a sus hijos.
En el caso de los padres sigan temiendo por la seguridad de sus hijos una vez llevados a cabo estos pasos, pueden acudir a las Asociación de Madres y Padres (AMPA) o al Servicio de Inspección Educativa. Si la situación no puede detenerse o el daño producido ha sido muy grave, existe la posibilidad de cambio de centro, pero siempre debe ser una última medida, ya que supondría que todo lo anterior ha fallado y estarían retirando al niño del contexto que (en teoría) le ampara. Si los papás consideran que necesitan ayuda, es más que recomendable que puedan consultar con un especialista que les ayude a ellos y al niño, para poder trabajar la autoestima, la asertividad y las relaciones sociales.
No podemos perder de vista las medidas de prevención: la educación en valores, empatía y en el respeto de las diferencias son fundamentales para que éstas situaciones no se produzcan. También el que los papás puedan enseñar a los niños a defenderse y hacerse respetar (desde la palabra), a no reírse cuando se meten con un compañero y a poder acudir a un adulto si sienten que ellos no pueden hacer nada para dar fin a la situación. Todo esto será más fácil si existe una relación de confianza suficientemente buena entre padres e hijos y si los niños tienen una autoestima lo suficientemente sólida (ahí los papás pueden ayudar valorando sus cualidades positivas y potenciándolas, ayudándoles también a aceptar sus dificultades). Por último, es imprescindible dar valor a lo que nos cuentan los niños, para que puedan sentirse escuchados y entendidos.
Funciones básicas de la familia
La familia es la institución que satisface las necesidades básicas de los niños, le apoya cuando tiene dificultades, sabiendo que dentro de la familia no tiene ninguna batalla que ganar, porque es el lugar de aceptación incondicional.
Es importante ayudar a los padres a conocer las condiciones que deben cumplir y sus posibles errores educativos. Este conocimiento les dará tranquilidad, si lo están haciendo bien, y les ayudará a plantearse y llevar a cabo algunos cambios en los cuidados que ofrecen a sus hijos.
Algunas de las posibles propuestas a tener en cuenta aplicables a cualquier tipo de familia son las siguientes:
Que el hijo sea deseado y planificado por una pareja o grupo familiar estable, por una o varias personas que estén dispuestas a ser adecuadas figuras de apego.
No planificar el nacimiento o hacerlo en momentos y situaciones en los que no estén garantizados los cuidados adecuados puede ser un gran riesgo para el hijo.
Los hijos se deben tener cuando se está motivado para apostar por dar vida y cuidar, por un lado, y se tiene la capacidad para ello, por otro.
El hecho de tener varias figuras de apego es de capital importancia por varias razones: los niños requieren una gran dedicación que difícilmente puede ofrecer una persona sola; los celos fraternales son mejor elaborados cuando hay varias figuras de apego; la autonomía del niño se ve favorecida; los propios padres pueden mantener más fácilmente su vida laboral y social…
La estabilidad y armonía en las relaciones entre los padres. Los conflictos y desarmonías entre los padres son vividos por los hijos como una amenaza a su seguridad.
En todo caso, si los conflictos o la separación son inevitables, es muy importante que ambos padres y sus familiares no hagan de los hijos un instrumento de disputa y no se dediquen a minusvalorar el vínculo que cada uno de ellos tiene con los hijos.
Los padres deben tener disponibilidad de tiempo para interactuar con sus hijos. Esta relación no debe ser únicamente orientada a satisfacer las necesidades biológicas, sino también, y sobre todo, a desarrollar sus capacidades cognitivas, disfrutar de la intimidad, el contacto y el juego.
Los padres deben percibir e interpretar las peticiones de los hijos. Por ello deben estar en actitud de escucha, observar atentamente a sus hijos y estar cerca de ellos numerosas horas al día.
Los padres deben responder contingentemente a las demandas de los hijos.
Los niños, especialmente los más pequeños, no tienen un concepto del tiempo que les permita aplazar la respuesta. Necesitan recibir la respuesta pronto, para poder establecer una relación entre la petición y la respuesta de los padres.
A medida que van teniendo más edad, tiene sentido enseñarles a esperar, ser pacientes, para que aprendan a autocontrolarse y a aceptar la frustración cuando es inevitable.
Los padres deben ser coherentes en sus conductas con el niño. Al afrontar de manera similar situaciones semejantes, los hijos pueden hacerse una idea segura y estable de la relación con ellos.
La coherencia, no significa rigidez. Los criterios y normas pueden aplicarse con flexibilidad, o incluso cambiarse si hay buenas razones para ello.
Los padres deben servir de modelos de identificación para los hijos.
Como señala Javier Urra (2008), “en el arte de la comunicación padres-hijos se encuentra una línea muy estrecha que sirve de frontera entre la necesaria autonomía de los hijos y la tutela a ejercer por los padres. Alcanzar el equilibrio es difícil, pero necesario.”
Tips para enseñar a tus hijos a tener éxito escolar
El caos es el peor enemigo del estudio: si tu hijo no sabe administrar su tiempo y sus materiales escolares, es probable que tampoco aprenda lo que le enseñan en el aula. Si quieres echarle una mano para que este año sea un éxito, lee estos consejos.
Organizarse paso a paso
Buscar libros a último momento, salir corriendo a comprar papel, hacer las tareas el domingo por la noche a las apuradas, faltar a clases: todos estos desórdenes son los peores enemigos del estudio de tu hijo. Por eso, enseñarle a que se organice antes del es fundamental para que saque buenas notas. De acuerdo con una encuesta encabezada por la especialista en educación Stacy DeBroff, presidenta y fundadora de un sitio de guía para madres, más de la mitad de los padres sienten que no pueden ayudar a sus hijos a organizarse para la escuela: se sienten superados por una tarea que, en realidad, es bastante simple. "Ahora es el momento perfecto para que los padres les enseñen a ser organizados para aprender", dice DeBroff. "Sólo hace falta un poco de preparación".
¿Qué no tienes tiempo? Pues no hace falta demasiado: después de tu trabajo puedes dedicar unos minutos a ayudar a los chicos. Sigue estos pasos y recuerda que lo que les enseñes ahora les quedará para toda su vida.:
Asegúrate de que tenga materiales escolares . Vete de compras con él y no olvides poner en la cesta un buen cúmulo de papel. Que tenga papel blanco y cuadernos para todo el año. Si sales corriendo a comprar cosas a mitad de clases, le estarás dando una imagen de caos que no te conviene.
Decora su habitación para que pueda estudiar. Una buena idea es que tenga su propio escritorio. En él debe haber un porta lápices, una pizarra y una resma de papel. Haz una estantería o biblioteca para que ponga y encuentre fácilmente sus libros. No dejes que los tenga tirados por las mesas o en la cama.
Explícale para qué sirven las pizarras. Dile que allí anotará todas las tareas pendientes que tenga para la semana.
Enséñale a priorizar: nunca dejes que llegue y se vaya a ver televisión o a jugar. Tiene que comprender que debe dedicarle la primera hora a las tareas, siempre en el mismo momento del día, así se libera para más tarde y puede hacer lo que quiera.
Asegúrate de que tenga los libros que necesita. Cuando llegue de la escuela, debe tener los textos escolares necesarios para estudiar. Pedirlos prestados a último momento sólo hará que tu niño perciba caos y falta de planificación.
Desarrolla un plan. Antes del regreso a clases habla con el maestro y arma un organigrama: te tomará solo una hora. Así podrás seguir de cerca sus tareas.
No lo atosigues, pero no lo dejes solo. Cuando comience a hacer tareas en el tiempo diario previsto, intenta estar cerca para que te pregunte lo que sea. Pero no estés encima. Debes dejar que tome confianza en sí mismo y que sepa que sólo puede resolver las cosas.
Quita el televisor de la habitación. Es importante que tu hijo sepa que hay un sitio para ver televisión y otro para estudiar. No pongas un aparato en su cuarto, ni permitas que haga tareas mientras mira programas.
No dejes todo librado a la tecnología. La computadora e Internet pueden servir para buscar contenidos, pero no dejes que saque todo de allí. Enséñale a buscar en libros, a marcar las páginas y a buscar en el papel. Esto lo ayudará a memorizar lo que estudia.
Pídele orden. Antes de que salga a jugar, dile que debe dejar ordenados los materiales. Los libros en la biblioteca, el papel en el escritorio y los lápices guardados. Debe sentir que terminó completamente la tarea antes de pasar a otra cosa.
Hazle de rutinas. La rutina puede parecer aburrida, pero en la educación hace maravillas. No hagas planes durante la semana que alteren su ritmo de estudio. Ya verás que si tiene una rutina, con media hora diaria estará completamente al día con las tareas.
Si quieres que él se ordene, no se lo digas con mala cara: la regla número uno para que un chico encare bien el estudio es que lo haga con alegría. "Mi consejo número uno para los padres es ser positivos", dice Ron Clark, maestro, fundador de una academia de estudios y autor de varios libros sobre educación.
No tenemos que olvidar que nosotros somos los que damos el ánimo con el que retomarán las clases", afirma Clark. Por eso, no te lo tomes como una tarea maratónica. Más bien, llévalo a comprar los materiales y enséñale a ordenarlos como si se tratara de un juego. Déjalo que elija, que se entusiasme con los cuadernos, que te pida. Es importante que te comprometas con su estudio. No vayas a la escuela cinco minutos antes, o sólo cuando te llaman a reuniones, porque entonces no sabrás si tu hijo está cumpliendo con el plan anual. Una buena idea es ir a hablar con los maestros para saber qué les enseñarán de aquí a fin de año: si toca la Guerra Civil, alquílale películas sobre el tema, si le explicarán las fracciones, inventa algún juego con el que pueda practicarlas. Según Clark, puede que el maestro no te guste, pero nunca debes hablar mal de él delante de tu hijo, porque entonces no se tomará el estudio en serio. "Si hablas mal, tu hijo no lo respetará y la situación se tornará cada vez peor", explica. Además de inculcarle alegría y respeto por el maestro como primeros pasos, tienes que lograr que el niño comprenda que la educación es su compromiso principal. Nunca lo dejes ausentarse o hagas que falte para otras citas como cortarse el pelo o ir a visitar a algún pariente. "Si haces eso", explica Clark, "estás enviando mensajes contradictorios".
Diez ventajas de ser hiperactivo
Existe la creencia generalizada de que las personas con Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad o TDAH padecen una enfermedad terrible. A pesar de que el cerebro de la persona con TDAH presenta algunas alteraciones que dificultan su óptimo funcionamiento en determinadas áreas, el hecho de que esté sobre-estimulado, también aporta algunas ventajas. A continuación, se presentan algunos de los beneficios que normalmente acompañan al hecho de ser hiperactivo, que la mayoría de los normotipos no conocen y muchos TDAH que no aceptan su condición, no valoran.
1. Empatía Las personas con TDAH suelen tener mucha facilidad para relacionarse con personas desconocidas, así como de identificarse con los otros y aceptar puntos de vista diversos. Es cierto que los niños y adolescentes hiperactivos suelen agobiar a sus amigos tratando de acapararlos, pero esto no es sino una muestra de la nobleza de éstos. Simplemente, participando en algún programa de habilidades sociales diseñado por un experto en TDAH, como un psicopedagogo, cualquier hiperactivo puede aprender a sacar partido de la empatía que posee de forma innata para mejorar sus relaciones sociales.
2. Ingenio Se puede afirmar sin ningún riesgo de error, que el ingenio y el TDAH van de la mano. De hecho, existe una lista interminable de pintores, diseñadores, escultores, cineastas, escritores, músicos y cómicos que son hiperactivos. Esto es porque para ser creativo hay que ser capaz de afrontar la realidad de forma “desordenada”, algo que resulta muy fácil para una persona que siempre va “contra el sistema” y que piensa de forma divergente por naturaleza. De esta forma, lo que cuando uno acude a la escuela supone motivo de preocupación para padres y profesores, puede ser aplicado de forma ventajosa a la resolución de problemas en la vida adulta.
3. Entusiasmo Cuando una persona con TDAH afronta una tarea que le gusta lo hace siempre con una absoluta pasión y entrega. Esto hace, de las personas hiperactivas líderes natos que son capaces de insuflar su energía a los otros. Es cierto que mantener esta energía es lo que les cuesta y normalmente no les dura lo suficiente para terminar lo que empiezan. Sin embargo, si forman parte de un equipo con capacidades y estilos de trabajo diferentes, los hiperactivos pueden convertirse en el motor del grupo.
4. Capacidad de resolución de problemas Como se señaló anteriormente, las personas con TDAH poseen habilidades especiales para descifrar enigmas y resolver problemas. Se supone que algunos inventores importantes, como Thomas Edison, han tenido TDAH. Esto tiene que ver mucho con la forma creativa de afrontar cualquier dilema, pero también, con la pasión, casi obsesiva, con la que las personas hiperactivas abordan cualquier reto que decidan afrontar.
5. Hiperfoco El Hiperfoco es un fenómeno que experimentan muchos TDAH que se caracteriza porque la persona es capaz de abstraerse absolutamente en la realización de una tarea o prestar toda su atención de forma selectiva a un detalle en particular. Esta habilidad, hace que cuando la persona hiperactiva se concentra en algo que le apasiona es capaz de realizar cualquier cosa que se proponga de forma perfeccionista y detallista, consiguiendo logros excepcionales.
6. Sentido del Humor A casi todos los TDAH les gusta reír, y muchos de ellos tienen la capacidad de hacer reír a los demás también. Si no, que le pregunten a cualquier profesor de Primaria o Secundaria quien es el “gracioso de la clase” y la mayoría de las veces el docente señalará al alumno o alumna hiperactivo. Una vez más, esta característica puede ser aprovechada por la persona TDAH, como por ejemplo el famoso actor Robin Williams ha hecho.
7. Espíritu de lucha. Desde pequeños, los niños hiperactivos parece que lo tiene todo en contra. Muchos profesores los suelen etiquetar de maleducados o revolucionarios, los padres no siempre pueden afrontar sus “ocurrencias” de forma positiva y suelen experimentar muchos desengaños por parte de sus iguales o compañeros de juegos. Sin embargo, estos niños se sobreponen con bastante facilidad y no cesan en su empeño de tratar de “encajar”. Este espíritu de lucha les hace convertirse en adultos que no se dejan amedrentar por los obstáculos y que abordan los desafíos de forma proactiva.
8. Intuición El TDAH tiene un sentido de la percepción rápida que les hace reaccionar de forma automática a los cambios repentinos. Esto les hace ser personas muy susceptibles, pero también les proporciona la capacidad de intuir si una persona o situación ha cambiado antes de que otras personas se den cuenta y prepararse para afrontar estos cambios de forma exitosa.
9. Creatividad. El ingenio del que se habla más arriba, está relacionado con la creatividad y la velocidad con la que una persona hiperactiva tiene ideas. Si se necesita a alguien con ideas, lo mejor es llamar a un hiperactivo inteligente. Quizá el noventa por ciento de las ideas extravagantes que aporte no tengan ninguna utilidad, pero puede que en el diez por ciento restante se encuentren verdaderos tesoros.
10. Exceso de motricidad. Mientras que para la mayoría de la gente la rutina semanal es agotadora, las personas con TDAH llevan mejor las prisas y las carreras que exige el estilo de vida del siglo XXI. De hecho, lo peor que se le puede pedir a un hiperactivo es que se quede quieto. Es más, la hiperkinesia que muchos hiperactivos experimentan de pequeños suele suavizarse con la práctica reiterada de ejercicio físico, lo cual hace que las personas con TDAH lleven un estilo de vida más saludable y dispongan de unas reservas energéticas mayores que los normotipos.
Como se ha explicado en este artículo, ser hiperactivo significa poseer unas características muy particulares que pueden ser vistas como una ventaja o una desventaja tanto por la persona con TDAH como por las otras personas con las que se relaciona. No obstante, el conocimiento y entrenamiento para el control de estas características por un profesional de la psicopedagogía puede colocar al niño, adolescente o adulto en una situación ventajosa para afrontar la vida diaria tanto a nivel personal como académica o profesional.
Juegos que ayudan a desarrollar la inteligencia
En el desarrollo del niño uno de los aspectos que más favorecen el progreso de su inteligencia es el juego y la multitud de oportunidades que éste supone para la estimulación de los niños. Se debe tener presente que la inteligencia tiene multitud de vertientes que requieren una similar estimulación para que los niños tengan un desarrollo equilibrado en las diferentes áreas. Así tenemos que ir dejando atrás la clásica idea según la cual la inteligencia se reduce a la inteligencia propia del lenguaje y la correspondiente al razonamiento de tipo más abstracto o manipulativo (es decir, la capacidad de manipular figuras, imaginar objetos, etc., sin que participe el lenguaje en ningún momento).
En la actualidad se habla de que disponemos de unas 8 inteligencias diferenciadas, teoría desarrollada por el psicólogo americano H. Gardner, y por supuesto no tenemos el mismo rendimiento en todas ellas, sino que podemos tener una gran capacidad en una y un bajo rendimiento en otra. Podríamos decir que lo más conveniente sería presentar un perfil equilibrado entre las diferentes inteligencias pero en algunas ocasiones también puede ser interesante tener una inteligencia más desarrollada que las otras, lo que se podría constituir en un talento.
A continuación hablaremos de las diferentes inteligencias y cómo las podemos estimular por medio del juego:
- Inteligencia lingüística: se refiere a la capacidad relacionada con el lenguaje, tanto en la comprensión como en su expresión. Un ejemplo de persona que presenta un desarrollo más marcado de esta área sería un escritor o un poeta.
En cuanto a juegos y otras herramientas que podemos utilizar para estimular la inteligencia lingüística podríamos hablar de endenvinalles, canciones, "trabalenguas", juegos de encadenar palabras, descubrimiento de los diferentes sonidos que componen una palabra, hacer rimas ...
- Inteligencia corporal o kinestésica: se refiere a la capacidad para utilizar de forma precisa y exacta nuestro cuerpo, tanto en lo referente a movimientos globales como correr o bailar como movimientos tanto finos como el de un cirujano en el aplicar un corte con el bisturí.
En cuanto a juegos: podemos hablar tanto de los de tipo motor más grueso como cualquier tipo de deporte hasta los movimientos más finos como los juegos de construcción o de crear collares con bolitas.
- Inteligencia musical: la capacidad para percibir el ritmo, tanto en lo referente a la escucha como a la producción musical por medio de instrumentos o el canto. Una persona con un buen desarrollo de esta inteligencia sería un músico, un cantante o un compositor.
En cuanto a su estimulación la formula más eficaz consiste en la exposición a la música de forma lo más precoz posible, especialmente la música clásica sinfónica, pero también se convierten en una herramienta importante los juegos de seguimiento de ritmos, las canciones infantiles o bien los juegos de afinar el oido como descubrir ruidos o instrumentos a la naturaleza oa la música.
- Inteligencia espacial: se trata de la habilidad para percibir y representarse el espacio, serían habilidades propias de un arquitecto, un fotógrafo, un artista, etc.
Para la estimulación una de las formas más eficaces es el uso de juegos de construcción, así como el dibujo o los juegos de exterior como las carreras de orientación. Asimismo juegos complejos como el ajedrez o el Tangram ayudarán a desarrollar esta capacidad.
- Inteligencia lógico - matemática: esta inteligencia se ocupa de la capacidad de resolver problemas en los que no esté implicado el lenguaje. Sería la inteligencia más propia de un matemático, un ingeniero o un economista.
La forma de estimular esta inteligencia correspondería con la presentación de sitacions problemáticas y la búsqueda de herramientas para su resolución, aspecto que se puede desarrollar tanto a partir de juegos de mesa, como el parchís o el ajedrez como partir de las situaciones que nos ofrece la cotidianeidad.
- Inteligencia interpersonal: podríamos hablar de nuestra capacidad para relacionarnos socialmente de una forma eficaz y satisfactoria, resolver adecuadamente los problemas interpersonales y comprender y saber actuar conforme a los sentimientos de los demás.
En este ámbito el juego adquiere gran importancia por medio de los juegos grupales y también los juegos de equipo como los deportes pueden ayudarnos en este sentido. Sin embargo, los juegos de simulación de situaciones cotidianas teatralizadas como los juegos de cocinitas, de representación de la escuela, etc. serán los que nos podrán ayudar más en este sentido a estas edades.
- Inteligencia intrapersonal: probablemente esta sea una de las inteligencias que más tarde se desarrollan, se trata de la capacidad de autoconocimiento, autocontrol, identificación de las emociones propias y regulación del pensamiento. Podríamos hablar de la inteligencia propia de un filósofo o un escritor por ejemplo.
Para ir potenciando esta inteligencia, aunque en las primeras edades resulta difícil, podemos utilizar juegos que estimulan la atención y la concentración como: el Memory, Simon, buscar diferencias o los juegos de mesa que implican el uso de estrategia.
- Inteligencia naturalista: se trata de la capacidad para captar la naturaleza, comprender-y poder actuar sobre ella de forma eficaz. Se trataría de la inteligencia propia de personas que trabajan y viven en contacto con la naturaleza como campesinos, botánicos, biólogos.
La mejor manera de estimular este tipo de inteligencia consiste en la experimentación y la vivencia de la naturaleza, así el contacto con esta resultará fundamental para su desarrollo, ya sea por medio de la práctica del senderismo, la orientación o la familiarización con las especies vegetales y animales.
lunes, 18 de junio de 2012
TMR: TERAPIA DE MOVIMIENTOS RÍTMICOS
Harald Blomberg, médico sueco, es el creador de esta terapia de movimientos rítmicos que está demostrando ser un gran éxito especialmente en casos de TDA-H (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad), también esquizofrenia, parálisis cerebral y otros trastornos.
Es una terapia fácil de llevar a cabo y habitualmente resulta agradable para la mayoría de los pacientes. Se trata de la realización repetitiva de movimientos rítmicos que implican todo el cuerpo. Se llevan a cabo sobre el suelo y se basan principalmente en la imitación de los movimientos propios realizados por los bebés de forma natural durante su crecimiento y desarrollo. Bastarán de 10 a 15 minutos diarios para comenzar a notar los beneficios en pocas semanas. Sin embargo, reconstruir el cerebro de esta manera lleva tiempo por lo que la terapia deberá llevarse a cabo de forma continua y diaria durante normalmente un año para resolver los problemas de atención y las dificultades de aprendizaje.
Estos movimientos suponen una insistente estimulación de varios sentidos y órganos del cuerpo. Esta estimulación hace que madure el sistema nervioso, al igual que madura y se desarrolla el cerebro del bebé que los realiza de manera espontánea. Esto consigue que la atención y la concentración aumenten y la impulsividad y la hiperactividad disminuyan. También logran un mejor tono muscular, junto con una mejoría en la postura, la respiración y la resistencia. Todo esto, a su vez, influye positivamente en la capacidad de atención.
Harald Blomberg es doctor en medicina y especialista en psiquiatría. Tiene más de quince años de experiencia y ha ayudado a muchos niños y adultos con problemas locomotores, TDA-H, problemas de aprendizaje y autismo.
PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR
Dentro de los aprendizajes tempranos, la psicomotricidad ocupa un lugar prioritario.
El niño, hasta los cinco años, se encuentra en un período evolutivo básicamente perceptivomotor, que organiza su mundo a través de sus percepciones subjetivas, siendo su propio cuerpo el canal más fácil para la adquisición del conocimiento.
El objetivo de la psicomotricidad (mejor denominada "desarrollo neuromotor" para diferenciarla del concepto tradicional de "psicomotricidad") es conseguir una correcta organización neurológica: un problema funcional deriva en un problema educativo. Con las actividades de psicomotricidad ayudamos al Sistema Nervioso a madurar correctamente, a formar y consolidar circuitos neuronales.
G. DOMAN: "Estamos totalmente convencidos de que todo niño, en el momento de nacer, posee una inteligencia potencial superior a la que jamás utilizó Leonardo da Vinci. Esa inteligencia potencial, presente en el nacimiento, incluye y de hecho empieza, con la función física."
También según Glenn Doman, el tiempo que requiere un niño para aprender una nueva función, el grado de dificultad que encuentre, la determinación que tenga que demostrar y el nivel de destreza que logre, serán delineados por el nivel físico que haya alcanzado durante sus primeros seis años de vida: promedio, inferior al promedio o superior al promedio.
Un elevado número de fracasos escolares tienen como origen la falta de estimulación psicomotriz en los primeros años de vida.
M. GARCÍA VELA: "Cuantas más oportunidades damos a un niño para que se mueva, más favorecemos el desarrollo global de su inteligencia y más bases sólidas ponemos para futuros aprendizajes. Por otro lado, cuando el niño consigue habilidades en el movimiento, experimenta sensaciones de dominio, de autoestima, etc. Y favorece su equilibrio emocional. También tiene repercusiones positivas en su capacidad para concentrarse en los deberes y para relacionarse con los demás".
Los primeros años son cruciales para conseguir el desarrollo motriz. El rendimiento va mejorando de forma progresiva, pero después de los 5 ó 6 años no aparecen habilidades corporales nuevas.
En psicomotricidad existen muchos ejercicios que se pueden hacer que favorezcan el desarrollo de los pequeños. Pero están los llamados "patrones básicos", que serían los más importantes en este sentido. La marcha (tanto andar como correr); los ejercicios vestibulares (que trabajan el sentido del equilibrio) como los saltos, las volteretas y las croquetas; el arrastre y el gateo.
La marcha, pero sobre todo el arrastre y el gateo, tienen una importancia destacada por su realización en patrón de "esquema cruzado", es decir, que mientras se efectúan dichos ejercicios, se están utilizando ambas partes del cuerpo contralateralmente: cuando se mueve la pierna izquierda, se mueve el brazo derecho y viceversa. Esto supone el desarrollo de los dos hemisferios y de las conexiones que se establecen entre ambos.
El gateo es un momento evolutivo muy importante, pues supone una adquisición de autonomía frente a los padres y una oportunidad de descubrir y experimentar el entorno que el niño no había tenido hasta entonces. Cuando comience a andar estará mucho más preocupado por mantener el equilibrio y será más dependiente de los adultos, dejará a su vez durante algún tiempo de explorar el medio en favor del disfrute y perfeccionamiento de su nuevo logro.Mientras dura la fase del gateo, el niño aprenderá a calcular distancias en el espacio y se acostumbrará a observar objetos a una distancia de unos 30 cm., que será casualmente la distancia de enfoque que utilizará más tarde para sus labores de lectoescritura.
G. DOMAN: "Existe una relación muy estrecha entre ser capaz de arrastrarse, de gatear y de converger con la visión en un punto próximo."
M.T. ALDRETE: "El 95% de niños que no gatean tienen problemas de lectoescritura. El 5% restante lo suple trabajando la manualidad. El gateo es un ejercicio preventivo para la lectura."
Debemos dejar a nuestros pequeños gatear, sin temor a que se ensucien. Debemos dejarles correr siempre que esto sea posible y no reñirles por ello. Debemos dejar que se encaramen y suban a todas partes, siempre que no corran peligro. Debemos dejar que lo toquen e investiguen todo, controlando que no puedan hacerse daño. Cada vez que decimos a un niño : "No toques" "No corras" "No te subas ahí" "No te tires por el suelo" "Mira que te pones hecho un cochino" etc. … si se lo decimos sin un verdadero motivo de evitar lo que consideramos un peligro o una acción totalmente inapropiada a las circunstancias, estaremos limitando el desarrollo del pequeño y por lo tanto, su inteligencia. Estaremos cortando el desarrollo de su autodominio motriz, lo cual no sólo afectará a su destreza motora, sino también a su personalidad y autoestima. También estaremos cortando su curiosidad y ganas de saber, lo cual afectará a su actitud ante el aprendizaje futuro. Muchas veces, los padres enseñamos a nuestros hijos a "no ser inteligentes".
La psicomotricidad puede aplicarse a cualquier edad, aunque es más efectiva cuanto más pequeño es el niño. A los 6 años tendrá que recorrer una distancia mucho mayor gateando para que se produzca el beneficio buscado. Estos ejercicios ayudan a madurar neurológicamente a cualquier niño y no tienen efectos secundarios, por lo que todos podríamos apuntarnos a sesiones familiares de gateo. Los adultos probablemente precisen de rodilleras (se venden en las tiendas de deporte), y de ilusión y ganas. Con un poco de imaginación se pueden realizar carreras, circuitos por los que habrá que pasar bajo sillas o sobre obstáculos… Es importante que nos involucremos con lo que propongamos a nuestros hijos, si les dejamos solos y se lo ordenamos, no obtendremos ningún éxito. Es preciso motivarles, y lo que más les motiva en el mundo es nuestra compañía.
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